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Honores, batallas, medallas: Reyes de nada.

Artículo publicado en el Diario de Huelva: https://www.diariodehuelva.es/2020/09/16/opinion-nerea-ballester/


Honores, batallas y medallas Se entablan entre dos almas Sedientas estampas que aguardan Beber de aguas más mansas.

Así es, todo se engalana bajo pretextos y palabras que no hacen más que engrandecer viejos rencores de almas ingratas.





Ensalzamos a las personas que pasan por nuestras vidas sin pensar muy bien qué hay oculto bajo el hábito.

Bien sabido es que monjes, obispos y curas de antaño, refugiados bajo trapos humildes y sencillos, guardaban ambición, avaricia y codicia para hacer y deshacer a su antojo, con ninguna otra satisfacción que ardid a su propio ego o hasta al mismísimo Dios.


Embustes engalanados de impías artimañas que usamos para ir por la vida con aires de invencibles sin tener en cuenta las consecuencias. Pero sí, claro que sí, somos muy leales, honestos y honrados. Claro que sí. Hasta que vemos dinero por medio, poder o beneficio de algún tipo. El problema es que a veces esos hábitos pesan demasiado y hunden al que los porta con sus mentiras e injurias. Hasta los reyes más poderosos sentían el peso de sus coronas, pieles y ropajes, pues aún teniendo potestad sobre sus súbditos, hay cosas en las que no existía poder alguno. No debe olvidarse que hay destinos que ni una corona puede obviar. Qué difícil es ser humilde. Apariencias, solo vivimos de ello, dejándonos llevar por nuestras incesantes insatisfacciones personales que volcamos en otros, buscando así respuestas en personas equivocadas o lugares vacíos que nos alejan del objetivo real: La verdad. Pero, ¿qué es la verdad? ¡Maldita verdad y mil veces maldita! Esa que duele, esa que nos descubre, esa que nos deja desnudos ante un público que juzga nuestra actuación. Verdades no entendidas entre una sociedad cada vez más corrupta. ¡Ah no!, no hablo de política, hablo de nosotros, ciudadanos de a pie. ¿O es que el político es un ente ajeno al ser humano? No, tiene misma piel, mismo escrúpulo y mismo afán que todos nosotros. Disolutas almas oscuras que siempre vamos buscando beneficio en los placeres, en el mal ajeno, en las derrotas del de enfrente. Comparaciones odiosas, voces funestas que nos hablan a un oído débil que nos convierte en el juglar de turno. ¡¡Corre, apresúrate, no pares!! Sigue buscando la debilidad de tu oponente, si es que lo es. Sigue huyendo de ti. Sigue pensando que nada te alcanzará a ti de vuelta, que el tiempo no llega a su fin, que la vida no te tirará del trono y te pondrá donde todos somos iguales: La vejez y su soledad. La muerte y su silencio. Tambores resuenan, trompetas al aire, escalofríos recorren tu piel. La gloria cegada por una verdad. Cuentos de quimera en un destino incierto por esta sociedad en la que no quedan valores, respeto, ni honor. Jugamos con los sentimientos de los demás como si no fuera con nosotros, mirando hacia otro lado como si fuéramos la ilustración de la carta del loco del tarot. Gentes sin rostro, ¿pero qué os pasa? ¡Qué os pasa maldita sea! ¿Por qué vais dejando cadáveres allí por donde vais? Inconscientes que no ven lo que yo puedo ver en consulta: almas rotas y encerradas por el miedo a volver a abrir sus corazones a soldados sin rostro que se dejan llevar por las órdenes de una sociedad que solo tiene un lema: YO. Primero yo, luego yo y después yo. Sólo importo yo. Late motiv que mal entiende el amor propio con la egolatría. Equivocados estamos y así nos va. Cada vez más solos aunque rodeados de gente (o redes). Cada vez más mal entendidos. Cada vez más retraídos y con menos esperanzas. Parece que de mármol estamos hechos. No lo sé, no puedo asegurarlo. Ciertamente hay gente francamente dulce y noble por ahí, pero cada vez cuesta más encontrarla debido a estas heridas que van cargando en sus corazones. Pero lo que sí tengo claro es que si hay un hábito que nos defina es una bolsa de basura, que brilla por fuera y va perfumada, pero contiene todos los desechos que intentamos ocultar. Menuda metáfora, ¿no?  Purguen los egos, cuelguen los hábitos, envainen sus espadas y tiren la corona. Aún estamos a tiempo. Nerea Ballester Goytia Terapeuta y Coach www.neoka.es 617642564

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