Aceptar, palabra fácil de decir y difícil practicar. Cuándo uno dice libremente que ha aceptado algo, ¿qué está queriendo decir realmente? Veamos pues que es aceptar.
Aceptar no es resignarse.
Mayoritariamente encontramos miles de situaciones en consulta en las que el cliente dice haber aceptado una situación. Pero ¿es esto realmente cierto? Pues presentan actitudes que delatan lo contrario.
Se suele confundir el aceptar con el resignarse, pero no es lo mismo. Aceptar es perdonar, y esto conlleva un proceso lento de reconocimiento, sin pensar en lo que podría ser o en lo que ocurrió. Aceptar también es amar la situación y no pelear. Es
abandonar una guerra contigo mismo/a y mirar hacía el presente-futuro. Si lo viéramos metafóricamente es como cuando una persona abraza a otra a pesar de que haya venido sudado, desmejorado, lleno de despojos y tú desde tu buen hacer, amas, abrazas y por tanto, aceptas, inclusive a sabiendas que puedes “ensuciarte”.
Pero cuando te resignas no reconoces el acto, no lo toleras, lo enjuicias y buscas dentro de ti hacer justicia. Y os preguntareis, ¿justicia? Si. Justicia. Cuando uno se resigna es porque no le queda otra, pero en su foro interno busca momentos en los que echar en cara esa situación, en el que parte de si mismo se revela ante el problema y busca justicia. Esa búsqueda activa hace que la persona se sienta impotente. Y esto lleva a lo que todos sabemos: Infelicidad.
¿Cómo podemos entonces aprender a aceptar?
No te frustres si al principio te das de bruces al intentar aceptar. Es algo lento y doloroso pero si lo trabajas y enfatizas en conseguirlo, encontrarás la paz que andabas buscando. Para poder aceptar lo que tienes que hacer es:
Perdonar
Adoptar una postura flexible.
Tener en cuenta que es un proceso, y no un “encendido/apagado”.
Dejar a un lado el papel de víctima.
Reconocer las emociones
Pero, ¿si acepto estoy siendo vulnerable a que me lo vuelvan a hacer?
Para nada. El que acepta sin duda es la persona más fuerte de la relación (sea del tipo que sea; laboral, de pareja, paterno-filial, de amistad…). Quien acepta demuestra ser el más hábil emocionalmente y el que tiene el corazón más grande. La vulnerabilidad
emocional solemos confundirla con ser débil, y no es así. Si aceptas algo y por tanto perdonas la actitud, la acción o lo que quiera que sea que necesites aceptar, no estás diciendo que seas una persona tonta y que estás dispuesta a pasar por lo que sea mil y una veces. Con la aceptación también va implícito el hecho de que esa persona tiene límites, aguante y dignidad. Que se acepte algo, no significa que se acepte todo, y que vas a aceptar lo que sea y lo que venga. Es sólo ceder ante una cosa que te está dañando y no te deja seguir.
Pero, que conste que, si aceptas algo y siguen apareciendo cosas que vulneran tu estabilidad emocional, tu dignidad y tu persona, DEBES aceptar esa situación y decir
adiós. Aceptar que esa persona, o esa actitud no te beneficia y dejar ese camino a un lado. Pues repito, ACEPTAR NO ES AGUANTAR. NO ES RESIGNARSE.
Por ello, si quieres o necesitas aceptar y aún no sabes cómo, te invitamos a que acudas a consulta para que te enseñemos las claves y herramientas necesarias para que puedas continuar y tengas la paz que deseas. En caso de que tengas alguna pregunta sobre el blog, ¡¡no dudes en escribirnos y estaremos encantados de responderte!!
Comments